Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y las células de la organización terrorista mantienen fuertes combates en territorio palestino, mientras el gabinete de guerra que lidera Netanyahu aguarda la reacción de Hezbollah, que opera para Irán desde la frontera norte con El Líbano.

Las tropas isralíes consolidaron su playa de desembarco en la Franja de Gaza con un aumento incesante de soldados y tanques, mientras protagonizan un fuerte enfrentamiento con las células terroristas de Hamas, que atacan con granadas antitanques, misiles, drones y un constante fuego de metralla.

Las FDI de Israel tienen como objetivo militar exterminar a Hamas y controlar la Franja. En este contexto, su plan bélico consiste en llegar a la capital de Gaza con una sucesión de enfrentamientos acotados que permitan consolidar las posiciones tomadas. La organización terrorista controla y conoce el escenario de combate, y la táctica israelí está orientada a evitar que Gaza se transforme en una trampa mortal para sus soldados.

Se trata de un objetivo clave que plantea mucha incertidumbre en el gabinete de guerra: Hamas alineó un sistema de defensa que incluye caza bobos, francotiradores, células operando en los túneles de la Franja, múltiples drones, granadas antitanques cedidas por Corea del Norte y fedayines que ya han batallado en enfrentamientos urbanos en Siria, Afganistán y Libia.

Mientras los combates con Hamas se libran en el centro norte de la Franja, el gabinete de guerra de Israel asume que Hezbollah atacará desde la frontera con el Líbano. El premier Netanyahu, su ministro de Defensa, Yoav Gallant, y Benny Gantz, ex ministro de Defensa y líder de la oposición -los tres miembros del gabinete de guerra- rezan a que sólo haya una reacción de Hezbollah, que en definitiva responde a las órdenes directas de Irán.

En sus últimas declaraciones públicas, Netanyahu ha planteado que la Guerra de Gaza es “la segunda guerra de la independencia”, una referencia directa a los sucesos ocurridos en 1948 cuando se creo el Estado de Israel y se inició una larga batalla con las poblaciones árabes vecinas que creyeron en promesas de un imperio inglés que ya languidecía.

La referencia de Netanyahu a los conflictos posteriores a la declaración de la independencia puede servir para consolidar a la opinión pública doméstica, pero se transforma en un puñal de doble filo si se analizan esas declaraciones desde la perspectiva árabe de la historia.